A día de hoy, existen una gran variedad de tipos de ácidos con fines estéticos que se encuentra a nuestro servicio. Sin importar si son naturales o sintéticos, gracias a la ciencia, es posible que los utilicemos sin ningún riesgo para la salud. Y es que, siendo bien utilizados, pueden ofrecernos beneficios increíbles.
Para obtener los más óptimos resultados, la gran mayoría de estos ácidos deben ser recetados por un profesional cualificado. En este sentido, un dermatólogo o médico estético son los profesional de la salud más adecuados cuando se trata del cuidado de la piel. Si lo que quieres es lograr obtener una imagen más saludable y no sabes cómo, esta es tu oportunidad. Hoy conocerás los beneficios de los principales tipos de ácido que necesitarás para afrontar esta época de otoño/invierno.
Ácido azelaico
El ácido azelaico suele utilizarse con mayor frecuencia sobre el acné vulgar, ya sea de intensidad leve o moderada. Esto es gracias a que consta de una gran función antiinflamatoria y bactericida. De esta manera, logra combatir así a la principal bacteria causante del acné (P acnés).
Por otro lado, también ha destacado por poseer propiedades antiseborreicas. Al contar con está característa, ayuda a reducir considerablemente el exceso de sebo o grasa de la piel, siendo este un factor de riesgo importante para el desarrollo del acné.
También, este ácido posee propiedades queratolíticas, lo que implica que ayuda a disminuir el engrosamiento de la piel. Al mantener su apariencia, evita que los poros se obstruyan fácilmente.
Otro de los usos que se le confieren a este ácido, es en el tratamiento contra la rosácea. Todo se debe principalmente a su acción antiinflamatoria.
Por último, destacan sus propiedades antioxidantes y despigmentantes, ya que al inhibir la enzima tirosinasa, se pueden prevenir y evitar pigmentaciones como el melasma.

Ácido ferúlico
Sus principales usos se asocian a su acción antioxidante y antiinflamatoria. Se sabe muy bien que el ácido ferúlico se encarga de neutralizar los radicales libres provocados por el estrés oxidativo. Podemos decir que, si no se controla este factor, ayuda a acelerar el envejecimiento de la piel.
Esta acción antienvejecimiento se fundamenta en el estímulo que genera el ácido sobre la síntesis de colágeno y elastina. Es así como le otorga a la piel un aspecto mucho más joven, elástica y libre de arrugas.
Por otro lado, el ácido ferúlico también previene las manchas de la piel como el melasma. Siendo posible al inhibir de forma efectiva la enzima tirosinasa.
Asimismo, posee importantes propiedades hidratantes, ayudando a retener la mayor cantidad de líquidos posibles en los tejidos. De esta manera se evita la resequedad y la descamación desmedida.
Ácido hialurónico
El ácido hialurónico es, probablemente, uno de los ácidos que mayor fama ha venido ganando los últimos años debido a sus propiedades estéticas.

Se ha evidenciado que es uno de los que mejor responde cuando lo que se busca es promover la hidratación de la piel.
Posee una enorme capacidad para atraer y retener las moléculas de agua. De allí que su efecto rejuvenecedor sea tan envidiable y cotizado en cualquier clínica estética.
Ácido retinoico
Este ácido en cuestión proviene de la conocida vitamina A (retinol). La misma es muy conocida y utilizada en el área de la Dermatología de manera tópica. Su principal acción es la de regular el crecimiento y la diferenciación de las células de la piel.
Como instrumento contra el acné, es uno de los recursos de primera elección. Además de ello, también es utilizado como herramienta para disminuir el envejecimiento de la piel originado por los rayos del sol. Asimismo, posee propiedades cicatrizantes y antiestrías, entre otros efectos más.
Ácido dioico
Su principal propiedad tiene que ver con la disminución de la velocidad de la producción de melanina. Esta es la enzima que le otorga pigmento a nuestra piel. De este modo, es fácil intuir que este tipo de ácido ayuda a combatir las manchas indeseables, la cuales suelen aparecer con frecuencia en las zonas más expuestas a los rayos UV.
Todo esto es posible gracias a su mecanismo de acción, el cual consiste en actuar a nivel celular, en lugar de hacerlo mediante un mecanismo de abrasión.
Ácido málico
Es bien sabido que todos aquellos productos que contengan una adecuada concentración de ácido málico (5%-10%), pueden ofrecer las siguientes ventajas:
- Hidratación de la piel.
- Exfoliación y eliminación de células muertas.
- Aumento de la suavidad y tono de la piel mejorado.
- Eliminación de arrugas.
- Aumento del brillo natural de la piel.
Ácido tranexámico
Este ácido ha sido de gran utilidad dentro de la medicina para paralizar sangrados o hemorragias. Todo es gracias a su efecto procoagulante. Sin embargo, sus beneficios se han extendido a áreas como la dermatología y la estética.
Algunos estudios han evidenciado que funciona como un agente que regula la aparición de manchas en la piel. Si bien se ha comprobado que es útil sobre cualquier forma de origen melánico, los especialistas hacen hincapié en el hecho de que ofrece excelentes resultados cuando se utiliza como tratamiento para el melasma.
No solo se trata de un producto ideal para combatir las manchas. También favorece su prevención ya que actúa en la capas más superficiales de la piel, funcionando como protección ante la exposición solar.
Ácido salicílico
Su propiedad principal consiste en eliminar la capa superficial de la piel (epidermis). Esto lo convierte en la opción más eficaz contra el acné y las cicatrices superficiales derivadas del mismo. Sumado a esto, se considera como uno de los tratamientos más recomendados contra las arrugas.
Adicionalmente, posee propiedades comedolíticas, lo cual implica que ayuda a eliminar las espinillas. Asimismo, se le confiere propiedades queratolíticas y antiseborréicas, ayudando a eliminar las células muertas de la piel y a evitar el exceso de grasa. Gracias a esto, se evita el taponamiento de los poros.
Ácido láctico

Suele indicarse con mucha frecuencia en pieles que tienden a ser secas, ya que este ácido ayuda a mejorar la barrera lipídica de la piel. Todo esto es el resultado de su capacidad para retener agua, promoviendo así su hidratación.
Sin embargo, entre sus propiedades también destaca su acción exfoliante apta para todo tipo de piel. Quien lo usa, logra obtener una textura mucho más suave a lo habitual.
El ácido láctico también destaca por su capacidad para combatir las marcas de acné, las arrugas y las líneas de expresión. Es por ello que, en el ámbito estético, se le conoce en definitiva como un potente renovador celular.
En este sentido, se sabe que es una herramienta que es capaz de penetrar en las capas más profundas de la piel con el fin de estimular la síntesis de colágeno y de la elastina.
Como agregado, también posee un efecto despigmentante, promoviendo así una gran mejora del tono de la piel y reduciendo considerablemente las manchas causadas por el sol.